Son 29 hectáreas repletas de historia y significados. El Casco Antiguo de la ciudad de Panamá encierra en apenas 12 calles, entre cuatro plazas principales y siete iglesias consideradas monumentos históricos, una interminable fuente de historia, cultura y heroísmo.
Fundada en enero de 1673, en lo que se consideró un sitio seguro para unas 300 familias pudientes de la época, preserva, tres siglos y medio más tarde, ese ropaje de excelencia y solemnidad.
Desde hace 25 años es considerado Patrimonio histórico de la humanidad y mientras ve como se transforma en un área mayormente turística e institucional, transcurre sus días bajo la mirada de decenas de estatuas y bustos conmemorativos, que sin hablar cuentan historias de heroísmo, patriotismo, valor, y sueños.
Hemos recorrido algunos y les compartimos parte de estos relatos.
En el extremo más al suroeste de la “vieja ciudad” está apuntalado en el vértice que da cara al mar, el fortín que conocemos como Las Bóvedas, y que anteriormente se llamó Plaza Chiriquí. Es un resguardo militar que pretendía permitir que se pudiera divisar más fácilmente la proximidad de ataques o abordajes desde las quietas aguas del Mar del Sur, (Océano Pacífico).
La plaza es en si misma un monumento, paradójicamente siendo de las áreas más antiguas de la vieja ciudad, acoge a la plaza más nueva de las cuatro que se asientan en el área. Como incrustada en sus entrañas, emergiendo del vértice, en 1922 se inauguró en el lugar la Plaza de Francia. Una especie de monumento didáctico, pues cuenta, en poco más de una docena de grabados, la historia de la idea de construir un canal interoceánico desde las primeras propuestas en el siglo XIV, hasta la materialización de esa idea en los comienzos del Siglo XX.
La Plaza se erigió con la intención de honrar la memoria de los cientos de seres humanos que fallecieron en el intento francés de construir un canal. Una idea que nació y murió en la segunda mitad del Siglo XIX y que terminó siendo un aporte a la construcción de un canal por los Estados Unidos.
Además de los grabados, la plaza reúne bustos en memoria de personajes relacionados a esa empresa gala, El conde Ferdinand D’ Lesseps, Lucien Bonaparte Wise, Armand Recluse, Leon Boyeb y Pedro J. Sossa. Esos monumentos rodean en semicírculo un obelisco que en la cima florece con un gallo y que en la parte inferior posee una placa donde afirma que la plaza se construyó con el apoyo de unos nueve paises y el Municipio de Panamá.
El Héroe sin Estatua
Pero, la plaza no solo cuenta esa historia. resulta que unos metros más adelante, está el sitio donde se acabó con la vida de Victoriano Lorenzo, un héroe istmeño cuya memoria ha sido rescatada en la segunda mitad del Siglo XX. Fue fusilado por el ejército colombiano, el 15 de mayo de 1903, luego de participar en la Guerra de los Mil Días, acusado de bandolerismo, la historia ha constatado que se trató de más bien de un campesino carismático, que intentaba acabar con la opresión de su pueblo y que en esa vía sentía que había encontrado aliados en las filas del partido Liberal de la época, no obstante esa lucha le costó la vida.
En la entrada del sitio y como una suerte de nota al margen de la historia del canal o nuestra independencia, se levanta una estatua de Pablo Arosemena, presidente de Panamá entre 1910 y 1912.
La Plaza Bolívar
Es la segunda con más antigüedad, fue construida como un espacio público en 1750, cuando la ciudad tenía apenas 80 años de fundada. Le preceden cronológicamente la Plaza Catedral, o Plaza de la Independencia y el fuerte de Las Bóvedas. Se levantó como una cuadra jardín en el solar que resultó vacío tras un incendio. En un inicio se llamó Plaza San Francisco, pues estaba frente al convento de San Francisco, donde hoy funciona el Ministerio de Relaciones Exteriores, un amplio edificio con un extenso patio interno también llamado “Conjunto Monumental y Patrimonial del Palacio Bolívar. Allí se celebró en 1826 el Congreso Anfictiónico de Panamá convocado por el “libertador de América”, Simón Bolívar, que no se rendía en la idea de construir en la América que recién cortaba sus lazos con España una nación continental.
Pero no fue hasta 1926, cien años más tarde, cuando la plaza fue destinada a inmortalizar ese proyecto y la memoria de Bolívar, siendo la sede de una imponente estatúa que le selló el proceso de darle un nuevo nombre.
El monumento a Bolívar está, como pocos en América, destinado a destacar la faceta de forjador de naciones del insigne prócer continental, muy celebrado en otras tierras, por sus logros militares.
En la estatua Bolívar no tiene armas, sino que enarbola las banderas de Argentina, Chile, Bolivia y Colombia, le hacen calle de honor figuras alegóricas de la victoria y la libertad y aspectos geográficos que recuerdan los Andes suramericanos.
La Plaza de la Independencia
Construida como la principal de la ciudad o Plaza Mayor, frente a la iglesia más importante de la urbanización, hoy llamada Catedral Metropolitana y visitada por dos papas en cuatro décadas, se ha consolidado por su ubicación y por los actos que albergó en 1903, como la plaza de la independencia. Flanqueada por el edificio del Concejo Municipal, donde se firmó el Acta de Independencia en Noviembre de 1903 recoge en sus ángulos hacia los cuatro puntos cardinales bustos en memoria de los integrantes de la Junta Provisional de Gobierno de aquel entonces y del primer presidente de la República, Manuel Amador Guerrero.
El Casco Antiguo, la vieja ciudad que está por cumplir 350 años de fundada, narra en cada uno de sus 29 mil metros historias y relatos de patriotismo y tradición, sacrificio, valentía y determinación que han confirmado nobleza y lealtad de la Ciudad de Panamá.
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