Hacia su centenario de creación recordemos las varias las versiones del imaginario popular que surgen en torno al origen de su nombre: Bella Vista.
Una es que deriva del nombre de una empresa constructora de viviendas propiedad de un estadounidense: Inmobiliaria Bella Vista.
Una romántica se inspira en la panorámica que se podía disfrutar desde el punto más alto de La Colina, ahora sede de la rectoría de la Universidad de Panamá.
Otra, de la preciosa panorámica del mar en al alba y en el crepúsculo que perdura en la extensión de la bahía de Panamá potenciada por las cintas costeras.
Bella Vista fue convertida en corregimiento por Decreto Alcaldicio N°12 del 12 de junio de 1930, hoy hace 95 años.
El tranvía
El urbanista Álvaro Uribe destaca a Bella Vista como el modelo que precedió el transporte colectivo con servicio de tranvía que iba desde San Felipe hasta La Sabana, Pueblo Nuevo.
Resalta la eficiencia de los ramales del área del Casino al barrio de La Exposición y hacia el Hospital Santo Tomás que movilizó al pueblo hasta su cese de operaciones en 1941.
El tiempo ha convertido el área como favorita de la actividad nocturna y de una amplia oferta gastronómica.
Esa presión a su vez amenaza con desaparecer uno de los barrios más hermosos y significativos de la ciudad de Panamá, su imponente belleza y armonía.
Su codiciada ubicación alentada por su trazado hace de este corregimiento objeto de una continua transformación en materia de usos de suelo, con ferocidad, a partir del boom inmobiliario.
Sus inicios
En una zona pantanosa a 3 kilómetros de la comunidad extramuros y más allá de Calidonia, surgió Bella Vista en los albores del siglo pasado.
Los terrenos, propiedad de la Compañía del Canal de Panamá de Estados Unidos, fueron adquiridos por la constructora de la vía interoceánica que inició rellenando áreas pantanosas.
Por 1911 los terrenos fueron adquiridos por el comerciante español, José María G. Sierra y vendidos al inglés, William George Gillingham.
Era 1913 cuando el predio quedó delimitado al norte por el puente sobre la quebrada Tumba Muerto, ahora Matasnillo, al este con la playa Los Cocales que bordeaba la bahía de Panamá y al sur con el camino de Las Sabanas, hoy calle 42.
En 1914, Gillingham traspasó la finca a la empresa Panamá Land and Developing Company, representada por Arturo Müller y Eric Barham.
Entre el 1914 y el 1916 se parcelaron y se vendieron los terrenos.
En febrero de 1917 el Gobierno Nacional resarció a la compañía inmobiliaria la suma de $36,213.50 tras el reclamo por la construcción de la infraestructura.
Era presidente de Panamá, Ramón Maximiliano Valdés.
El proceso continuó hasta finales de 1918 cuando el estadounidense Minor Cooper Keith adquirió el resto de la finca de unas 50.5 hectáreas por un valor de $126,160.34.
Eso fue como unos $4 por metro cuadrado.
En marzo de 1920, Edmund George Ford, en representación de Cooper Keith, entregó los lotes con sus calles públicas, el parque, un sistema de acueductos y alcantarillados.
La vista bella de Bella Vista
En 1925 Bella Vista era un atractivo para la clase acomodada panameña cuyos recursos fortalecieron la estética del barrio.
En 1927, un comité de embellecimiento presidido por Joaquín José Vallarino se inspiró en darle un mayor esplendor.
Fueron los primeros residentes recordadas figuras como Carlos A. Mendoza, Ricardo Bermúdez, Ricardo J. Alfaro, María Ossa de Amador, Rodolfo Chiari y personajes de apellidos como Heurtematte, Lewis y Pacheco resaltaron con su aporte.
Hacia 1928 el terreno que eran parte de una finca propiedad de los herederos de Manuel José Hurtado, la distribuyeron en distintos proyectos, uno de ellos fue desarrollar un Campus para la Universidad de Panamá en El Cangrejo.
El decano de la arquitectura nacional, Samuel Gutiérrez describe Bella Vista como de “un amable urbanismo: amplias avenidas y calles arboladas, casas con techos de tejas, arcos en puertas y ventanas, discretos balcones, rejas decorativas de hierro, y una aplicación extensiva de detalles arquitectónicos a manera de vestidura estilística”, como era la estética en esa época.
Las primeras brisas
La urbanización incluyó un gran espacio público de casi dos hectáreas y media llamado Parque Perú, hoy Parque Urracá cuya vegetación compite por el sol con inmensas torres.
En los años de 1950 llegaron los comercios, modificando su aspecto y en 1960 los chalés empezaron a combinarse con edificios de departamentos.
Destacan por su clásica belleza el ‘Sousa’ e ‘Hispania’ diseñados por Wright & Schay con conceptos similares.
Hechos realidad por Julio N. Sousa y Ricardo J. Alfaro, en cuya planta baja se preserva el archivo histórico del estadista.
Para el arquitecto e historiador Eduardo Tejeira, “ambos edificios presentan volumetrías muy complejas y una plétora de detalles pintorescos: revestimientos que parecen calicanto colonial; barrotes torneados y aleros”.
Reconoce el experto un estilo español-californiano que le dio un especial carácter, unidad e identidad, elementos que definieron la arquitectura de un período reconocido como ‘bellavistino’.
Preservar el barrio
“Susurra el tiempo yermo sobre los fríos techos, que ya, no son los mismos. Emblemático Barrio de Bella Vista.
El Tiempo, camina por tus calles y se sustrae, cauteloso, de las húmedas sombras de tus añejos árboles.
Del sol, entre portales.
De los miedos nocturnos sobre la amplia avenida.
Del recuerdo de balcones saturados de flores.
Destruidos, hace ya mucho, en manos del progreso”.
Así describe en versos la poeta María Lourdes Barsallo en obra, Rostros de la Ciudad su nostalgia por el barrio que se va que va quedando en la memoria.
Mientras, historiadores, arquitectos, expertos en desarrollo urbano y amantes de la cultura claman por la toma de decisiones dirigidas a proteger y preservar la esencia de sus barrios como patrimonio del Distrito de Panamá.
En su 95 aniversario de fundación la Alcaldía Capitalina saluda y felicita a sus residentes.
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