En los albores del primer centenario de la Rebelión Tule resurgen con fuerza memorias de los crudos enfrentamientos entre el poder autóctono y fuerzas de ocupación nacional que llevaron al pueblo guna a declarar su independencia.
Era febrero de 1925, un mes de gran tensión entre las autoridades panameñas que intentaban sin éxito doblegar la arraigada cultura ancestral de esta nación indígena.
Antecedentes
Desde la conformación de la República de Panamá, el pueblo guna mantuvo grandes diferencias con el gobierno recién establecido empeñado en intervenir en sus tierras y erradicar sus tradiciones.
Fue en Narganá y Corazón de Jesús que inició la rebelión cuando se quiso eliminar del atavío de las mujeres el aro en su nariz, las planchas de oro sobre el pecho, los abalorios, güines y collares con monedas colgantes que lucían como parte de su tradición.
El 20 de abril de 1921, acorralada por el asedio de los colonos, una indígena se escapó de Narganá y huyó a Río Azúcar.
En represalia los policías encarcelaran a los hijos y al yerno, liberado más tarde con la misión de traerla de regreso.
Allá en Río Azúcar, donde se daba un congreso indígena se decidió no dejar retornar a la mujer.
El sáhila envió en cambio un mensaje contundente a los policías: ‘Vengan ustedes a buscarla’.
Respondiendo la advertencia, una vez cayó la noche, enviaron una comisión a Río Azúcar conformada por dos policías coloniales y tres policías indígenas.
Al intentar detener a otros parientes de la mujer se dio un feroz enfrentamiento con machetes que causó la muerte de tres moradores del pueblo y dos policías indígenas, con un saldo de graves heridos mientras otros escaparon en cayucos.
Los cadáveres fueron amarrados a palos clavados en la arena de la playa, expuestos a la vista, hasta que los familiares fueron a recuperar sus cuerpos.
El 12 de febrero de 1925, tras la convocatoria al congreso guna en Ailigandí que reunió a los principales jefes de 45 aldeas y tribus, entre múltiples denuncias de abusos y violaciones, el ambiente empeoró.
Durante 26 días se debatió la proclamación de la República de Tule y se fijaron los límites territoriales.
El 21 de febrero de ese año, diez días de la declaración de independencia, mientras el resto del país se avocaba al Carnaval, se desató la revolución que se prolongó hasta el 27 de febrero.
La gesta liderada por Simral Colman y Nele Kantule, se dirigió en cayucos desde Ailigandí hasta Cartí para atacar los cuarteles de la Policía Nacional de Playón Chico, Río Tigre, Tigantiki, Narganá, Ukapa y puntos del archipiélago.
El trágico saldo fue de 27 muertos.
Gestiones pacificadoras
Juan Demóstenes Arosemena, Gobernador de la provincia de Colón, preocupado por los hechos de violencia que suministrada el intendente de San Blas, Andrés Mojica, tomó acciones.
Se comunicó con el secretario de Relaciones Exteriores, Horacio F. Alfaro, para dar seguimiento a las actividades en esa área de los estadounidenses Anna Coope, misionera protestante y Richard Oglesby Marsh, estudioso explorador de la cultura indígena, quien según versiones, aupaban la intentona independentista.
Oglesby Marsh incluso actuó como redactor de una ‘Carta de Declaración de Independencia y Derechos Humanos del pueblo de Tule y Darién’.
Ante la explosiva situación usó su influencia para solicitar la intervención de militares estadounidenses apostados en las bases militares de la Zona del Canal.
También obtuvo el apoyo del embajador estadounidense, quien actuó como intermediario con el gobierno panameño para poner fin a las hostilidades.
Era presidente Belisario Porras
El 4 de marzo, ante la presencia del ministro estadounidense John G. South, se firmó un Acuerdo de Paz.
El Gobierno se prometió a respetar la cultura guna, a no imponerles enseñanzas occidentales en las escuelas y a darles los mismos derechos que a todos los ciudadanos.
Por su parte, los guna se comprometieron a deponer las armas, a retirar la declaración de independencia y a acatar las leyes que rigen para la República de Panamá.
A la sombra de esta sublevación, el 16 de septiembre de 1938, a través de la Ley 2 se creó la Comarca Indígena de San Blas, luego renombrada a Kuna Yala en 1998 y desde el 2010 llamada Guna Yala.
La singular bandera de la República Tule
El 16 de febrero de 1992 Waga Ebinkili Colman conocida como María Colman, nieta del cacique Simral Colman, contó que tenía 11 años cuando respondió a la encomienda de confeccionar la enseña.
“Mi abuelo me dijo un día que le confeccionara una bandera. Yo no sabía cómo hacerla, empecé a diseñar de acuerdo a mi imaginación. Luego se la mostré al abuelo Colman quien aceptó gustoso e inmediatamente se le impuso su significado”, rememora orgullosa.
Un diseño rectangular con franjas rojas al borde simbolizó la sangre derramada por los ancestros.
En el centro, una cruz gamada que casi un siglo más tarde sigue causando extrañeza por su semejanza con la esvástica nazi que en Alemania se usó para identificar el poder de la raza aria.
Este símbolo que gira inverso en la bandera guna, representa la aggebandur, una planta medicinal usada por los inadurgan o herbolarios para combatir los espíritus malignos, cuyo despliegue señala los cuatro puntos cardinales, explica Atilio Martínez, historiador guna.
Es negro en recordación a los tiempos de tinieblas que reinaron en la lucha librada por los antepasados.
El centro blanco representó la paz que reinaría después de la lucha, explica Gálvez Peña de la comunidad de Agligandi, en un documento inédito escrito en 2011.
En algún momento de la historia el centro blanco cambió a amarillo, causando rechazo en muchos que asociaron la combinación a los colores de la bandera de España y al repudiado Imperio.
En el Congreso General Guna celebrado en Mammidub en octubre del 2010 se oficializó otra bandera que bajo un arco de 8 estrellas verdes exhibe dos antebrazos armados con arco y fecha que hoy ondea en las entidades de la comarca junto a la bandera panameña.
En medio de una serie de múltiples transformaciones, la enseña ha tenido cambios generacionales siempre asociados a la fuerza de su naturaleza, a su amor a la tierra y al temple aguerrido que sigue presente.
Una constante permanece a un siglo por cumplir de esta gesta y es el coraje de líderes como Simral Colman y Nele Kantule quienes junto a sus seguidores no dudaron en ofrecer sus vidas para defender los valores que identifican al pueblo guna.
La Dirección de las Etnias de la Alcaldía de Panamá saluda al Pueblo Guna y reconoce su incansable lucha por exaltar, promover y crear conciencia en todas las generaciones del significado de una historia que está por cumplir su primer centenario.
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