Salsipuedes, el viejo callejón formado por adoquines, al que históricamente los panameños acuden en busca de libros, ollas, polleras, cutarras, en síntesis es un espacio que ha sabido resistir estoicamente al paso del tiempo y la tecnología.
Caminar por su estrecho pasillo es sentir su particular olor a cuero utilizado para la confección de cutarras y correas por las manos laboriosas de artesanos panameños, quienes han seguido estas tradiciones de generación en generación.
Salsipuedes ha sido el soporte de muchas familias que se han ganado el sustento diario en cada venta.
Este es el caso de Ofelia Aguirre, oriunda de la provincia de Chiriquí, quien ha estado ligada a este lugar desde hace 50 años.
Antes que Ofelia, estuvo su madre y un hermano de quien heredó el local y el apego a esta forma tan honrada de ganarse la vida.
“Las ventas a veces son bajas”, asegura Ofelia, sin perder la fe de que cada día será mejor que el anterior.
Ofelia ofrece cutarras, sandalias y bateas, artículos que según dice, son los que tienen más venta.
Además, en el puesto 54 se puede encontrar maracas, vainas para el machete, aplastador para el patacón, morteros para triturar el ajo, hamacas, carteras de cuero, entre otros.
“También vendo sombreros y artículos para las polleras, pero esto tiene su temporada”, aclara Ofelia.
Muy cerca de Ofelia se encuentra Víctor Bethancourt quien tiene 35 años de labores en Salsipuedes.
“Siempre he vendido libros y algunos artículos del traje típico”, indica.
“Salsipuedes es la solución de los padres de familia para comprar los libros escolares, porque acuérdese que a veces el bolsillo sólo da para comer y no para los textos nuevos”, asegura.
Bethancourt considera que los padres de familia deben ser libres de comprar los libros donde puedan.
“A pesar de la pandemia estamos mejorando”, dijo mientras observa el acto público en el que la Alcaldía de Panamá entrega la orden de proceder para la instalación de los nuevos techos para los 82 módulos de Salsipuedes y Calle Colón.
“Uno aprende a conocer el negocio, lo que más se busca son los libros de primaria, los de Susaeta, los de Santillana, también está el Álgebra de Baldor”, reseña.
Indicó que parte del negocio es la reparación de los libros para que estos sigan siendo funcionales y extender su vida útil.
Bethancourt mencionó que la filtración del agua lluvia a su local le ha provocado pérdidas, sin embargo, esta dificultad llegará a su fin, ya que el 20 de marzo inicia la instalación de los nuevos techos, mejora que fue aprobado por los arrendatarios de estos módulos.